Un mes después de culminar su carrera como ingeniera civil, Karely Hernández Castillo se incorporó a Impulsa como auditora de obra en Mazatlán.
Durante ese tiempo, tanto en el puerto como en el país, esos puestos eran ocupados principalmente por hombres. A 6 años de distancia, y ante el arribo de más mujeres a esos espacios laborales en el municipio, Karely celebra haber abierto una brecha.
“Cuando llegué no había tantas mujeres en la obra. Creo que algunas personas siguen considerando esta parte del trabajo algo ruda, para los hombres. Yo fui la primera mujer en el área técnica de obra en Mazatlán. Siento que fue como abrir camino para que comenzaran a contratar a más mujeres en estos espacios”, expresa.
Esto, añade, ha generado no sólo más oportunidades laborales para las mujeres, sino en general, un cambio de perspectiva.
“Hemos recibido comentarios muy positivos de contratistas y proveedores, nos dicen que antes no se veía esto. Los clientes también se sorprenden al ver a muchas mujeres, no solamente en el área fina, sino desde obra negra. Creo que las mujeres hemos ido ganando terreno”, expresa.
El proceso de adaptación
Abrir la brecha fue todo un reto para Karely. Como recién egresada enfrentó diversos retos, el primero: pasar de la teoría aprendida en las aulas universitarias a la práctica laboral; el segundo, solicitar la ayuda de sus compañeros más experimentados.
“Cuando uno es nuevo, es importante apoyarse en la gente que ya tiene experiencia, creo que eso es básico. Aprendí de ellos, perdí la vergüenza de preguntar, me animé. También se requiere mucha disciplina, constancia, insistir e insistir hasta que las cosas salgan bien, y mucha colaboración”.
Karely, con los ojos del cliente
Como auditora de obra, Karely supervisa todo lo relacionado a los acabados, es decir, desde que una vivienda sale de obra gris, hasta que se entrega al departamento de Atención a Clientes.
“Primero la casa es mía. Soy los ojos del cliente antes de que él la vea. Yo no puedo aceptar nada que no me gustaría que hicieran en mi casa. Así que hago el papel del cliente, cuido que todo esté impecable para cuando se entregue. Reviso, por ejemplo, la pintura, el aluminio, las puertas, el producto concluido; básicamente, que se cumpla con el proyecto ejecutivo, con la calidad; que es lo más importante, que la vivienda cuente con la calidad que se le vendió al cliente”.
En medio de esta dinámica, añade, es de gran importancia el compañerismo entre los equipos, pues todos trabajan por un mismo objetivo, que es entregar un inmueble en óptimas condiciones.
“Cada filtro cumple con su función y eso garantiza que el producto final sea de calidad. A mí me toca poner la cereza en el pastel, pero todos los ingredientes cuentan, y eso lo hacen mis compañeros. Cuidamos que el trato sea siempre muy cordial. Nos exigimos lo que corresponde, pero siempre con respeto y compañerismo”.
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